miércoles, 1 de diciembre de 2010

"La elegancia suprema consiste en no hacerse notar" Ruben Darío
El Diccionario de la Real Academia Española nos informa que “elegante” significa “dotado de gracia, nobleza y sencillez; airoso, bien proporcionado, de buen gusto”.
La compostura se limita más bien a "no desentonar". Con el fin de comprender un poco qué significa ser elegantes, lo más práctico es analizar los contenidos de esta rara cualidad que a todos nos gustaría tener. Lo más inmediato y obvio es que ser elegante significa tener buen gusto. Pero ¿qué es el buen gusto? Ante todo, es una capacidad de discernimiento espiritual que nos
        lleva no sólo a "reconocer como bella tal o cual cosa que es efectivamente bella, sino también a tener puesta la mirada en un todo con el que debe concordar cuanto sea bello". Se trata  de una capacidad que permite afirmar las realidades "gustadas" como "bonitas" o "feas".
 El buen gusto es pues "un modo de conocer", un cierto sentido de la belleza o fealdad de las cosas.  Y desde luego no es algo innato, sino que depende del cultivo espiritual de la educación y la sensibilidad que cada uno haya adquirido. Las cosas de "mal gusto" no pueden ser de ninguna manera elegantes, sino más bien torpes y vergonzosas.
        Lógica y afortunadamente, no existe una regla fija que determine qué es de buen y mal gusto. Lo que sabemos es que el buen gusto mantiene la mesura, el orden, incluso dentro de la moda, a la que lleva a su mejor excelencia, sin seguir a ciegas sus exigencias cambiantes, sino más bien encontrando en ella la manera de mantener el estilo personal.
        La idea del buen gusto nos lleva a la segunda nota de la elegancia: la distinción. Lo distinguido se opone a lo vulgar, a lo zafio...
                Es esencial recordar que la belleza significa en primer lugar armonía y proporción de las partes dentro del todo, sean las partes del cuerpo, de los vestidos, del lenguaje o de la conducta. Pues la belleza (la elegancia) no se consigue si todos los miembros no están bien proporcionados y adornados". Esto quiere decir que un sólo defecto estropea el conjunto, pues para que la belleza se haga presente en el aspecto exterior de la persona todo en él debe ser íntegro, acabado y bien proporcionado. (Ricardo Yepes Stork)

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